Encuesta especial sobre el gobierno de Milei: Crecen las opiniones negativas y hay poca paciencia

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La situación está tensa, con una Argentina dividida entre una leve mayoría que opina mal de Javier Milei y una leve minoría que (todavía) lo respalda, pero con pocas expectativas y con poco margen de paciencia. El fenómeno es más bien inédito porque solía haber más ciudadanos que se ubicaban en el medio, sin tantas pasiones. Ahora es blanco o negro. De todas maneras, el trasfondo es que las angustias económicas aprietan cada vez más, las tarifas de los servicios de luz y gas se elevaron a valores inalcanzables y el atraso de sueldos y jubilaciones es dramático. La cuestión de que los ingresos no alcanzan, después de mucho tiempo, superó a la inflación como problema principal y la mitad de la población afirma que sólo está dispuesto a esperar entre uno y tres meses más. Habrá que ver en qué se traduce la falta de paciencia.

Las conclusiones surgen de la encuesta nacional –especial para Página/12-– realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.495 personas, reclutados a partir de los sitios masivos de internet. Se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel socioeconómico. También se tuvo en cuenta la distribución por lugar de residencia: CABA, Gran Buenos Aires, grandes ciudades del país y el resto del interior.

“Lo que estamos viendo, no ocurrió antes -diagnostica Bacman-. En general la situación se tensa durante la campaña electoral y más todavía cuando hay balotaje. Luego, tras la asunción del nuevo presidente, el segmento de los independientes vuelve a una especie de neutralidad y se ubica entre el 20 y el 25 por ciento. Esto no ocurre ahora. Con el ritmo frenético del ajuste, la tensión creció de manera significativa. No hay lugar para medias tintas: o se está a favor o se está en contra de manera absoluta”. En ese marco, la encuesta del CEOP vuelve a marcar este mes, como ocurrió en marzo, que los que tienen mala opinión de Milei (52,7 por ciento), son más que quienes lo respaldan (46,8 por ciento).

Las razones quedan más que expuestas en el sondeo que encabezó Bacman. Casi el 40 por ciento de los encuestados (39,8) sostuvieron que ahora su principal preocupación no es la inflación (como ocurre desde hace bastante), sino que los sueldos e ingresos no alcanzan. Las expectativas negativas sobre su economía personal superan ampliamente a los que tienen expectativas positivas respecto de su futuro económico. En estudios anteriores, las expectativas personales siempre superaban a lo que se esperaba de la economía del país. Siempre existía una visión muy negativa de la marcha de la Argentina, pero en casa la iban piloteando. Ahora es al revés. La expectativa en casa es mala (55 por ciento piensa que no va a mejorar su situación personal), peor que lo que ven respecto de la economía nacional (51 por ciento dice que las cosas en la Argentina van a estar peor que ahora). En el mismo clima, casi el 90 por ciento tiene dificultades para llegar a fin de mes (tienen que tocar sus ahorros) o, directamente, no llegan. Y, cuando se les preguntó cuánto tiempo están dispuestos a soportar el ajuste, cuatro de cada diez dijeron que el ajuste es insoportable que no pueden esperar ni un día más, uno de cada diez, afirma que puede esperar sólo entre uno y tres meses y uno de cada diez, sólo entre tres y seis meses más. Únicamente un 28 por ciento sostuvo que está dispuesto a esperar lo que sea necesario.

“No hay que perder de vista que en la medida que el tiempo pasa y el ajuste impacta, el grupo más periférico, menos firme, se posiciona en una situación límite. Están dispuestos a esperar poco. ¿Después? La esperanza puede convertirse en incertidumbre y en bronca. Los próximos meses, entre abril y junio, van a ser fundamentales. Todo parece indicar que se vienen tiempos de definiciones, más aún teniendo en cuenta que el ajuste marcha a pasos agigantados. En los rubros de alimentos, bebidas, vestimenta, calzado y esparcimiento, más de la mitad de los argentinos no tuvieron más remedio que ajustarse, lo que implica lisa y llanamente dejar de consumir o recortar el consumo. Y eso no termina ahí: también hubo que recortar en medicamentos, prepagas y hasta combustible”.

En el estudio de este mes de abril, el CEOP registra un respaldo para Milei del 46,8 por ciento, con la perspectiva de que “ya vendrán tiempos mejores” o “esto es lo que había que hacer”. Dentro de ese apoyo, hay un núcleo duro y una periferia, que es la que da su apoyo de manera menos firme. “La pregunta del millón es hasta cuándo podrá esperar esa franja periférica”, señala Bacman. De hecho, ya hay un 25,6 por ciento de los encuestados que afirma que «es hora de flexibilizar el ajuste».

Como se vio desde el principio, el ciudadano común no cree una de las principales consignas de Milei: que el ajuste lo paga la casta. En ese terreno, los números son demoledores. El 75 por ciento afirma que el ajuste lo paga la gente y apenas el 15,2 por ciento menciona a la casta.

-¿Cuánto influye que no haya una nítida alternativa opositora?-, le preguntó Página/12 a Bacman.

-De algo se puede estar seguro -responde el consultor-. Desde la perspectiva del marketing político, no generar una alternativa opositora es otorgar una ventaja comparativa significativa. Milei llegó con un plan económico y un equipo de comunicación que logra penetrar de manera absoluta en el universo de las redes sociales. A eso se suma la ayuda de los principales y hegemónicos medios de comunicación, con los que logra manejar la agenda diaria. Este es un desafío que golpea con fuerza en las puertas del propio peronismo. Los principales dirigentes aún se están recuperando de la derrota. Pero, atención, las consecuencias del ajuste, transcurridos apenas cuatro meses de gestión, están generando un clima social adverso y enrarecido y un muy mal humor social. El segmento opositor requiere de certidumbres que la actual gestión no da y un modelo alternativo. Se necesita autocrítica y liderazgo, El ajuste feroz brinda una oportunidad, pero las cosas no llegan solas, hay que ayudarlas”.

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